viernes, 25 de abril de 2014

Acerca del cuento “Los asesinos de Ernest Hemingway por Magda Lago Russo

(Montevideo) Magda Lago Russo

Ernest Miller Hemingway (Oak Park, Illinois, 21 de julio de 1899 – Ketchum, Idaho, 2 de julio de 1961) fue un escritor y periodista estadounidense,  uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX. Su estilo sobrio tuvo una gran influencia sobre la ficción del siglo XX, mientras que su vida de aventura y su imagen pública influenciaron en  generaciones posteriores. Hemingway escribió la mayor parte de su obra entre mediados de 1920 y 1950. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura por su obra completa.
Acerca del cuento “Los asesinos”: Se desarrolla principalmente dentro de un restaurante. Dos hombres llegan al lugar, Al y Max, piden algo de comer. Mantienen ciertas discusiones con el mesero George. Los hombres se comportan de forma extraña y comienzan a molestar a un parroquiano que está en la barra, de nombre Nick Adams. Mandan llamar al cocinero, Sam, éste sale, después uno de los hombres entra a la cocina con él y el de la barra,  a los que amarró “como una pareja de amigas” según él. El hombre que permanece fuera (Max) le confiesa estar esperando a un hombre para matarlo para hacerle un favor a otra persona. Dicho individuo llamado Ole Andreson (ex- boxeador)  vive en una pensión y nunca  aparece. Se van sin hacer daño. Luego de que los gánsters se han ido, la historia da un giro hacia Nick Adams y éste se torna en un personaje importante luego de advertirle a Ole que lo van a matar. Regresa al restaurante muy desconsolado al haber constatado el deplorable estado de ánimo de Ole quien no quiere hacer nada para salvarse. Eso afecta anímicamente a Nick, después de haber sido un personaje casi neutro, reacciona en la única forma que puede: se irá del pueblo para no ser testigo de algo tan horrible como es el asesinato de un hombre sin siquiera luchar.
Desde el título,  sin leer el cuento todavía y tampoco al introducirse en él, se propone que  hay al menos dos personajes, que han matado. Asimismo, la muerte final, que debido al contexto de la historia se supone que termina ocurriendo, tampoco está narrada, ni lo están los motivos por los cuales alguien (no se sabe quién) ha mandado a matar a Ole Andreson. Es un relato ágil, que provoca un cierto ritmo al leerlo, dado por los diálogos cortos, la cantidad de los mismos y la falta de descripciones colmadas de adjetivos. En muy breves párrafos Hemingway  da una idea de los protagonistas y del lugar dónde se desarrolla la escena, el resto de la historia es contada a través de las conversaciones, A través de ellas conocemos también a los personajes, los diálogos comunican, cuentan lo que a través de imágenes no se puede. Durante la narración las acciones no abundan, la historia se construye inicialmente, más que de acciones, de diálogos que toman un papel fundamental para el desarrollo de la obra. Es de destacar el  papel del narrador, sobre todo para los detalles  físico de los personajes, sin embargo dice  también  sobre los pensamientos y sentimientos de los mismos. En un principio el narrador omite el nombre de uno de los personajes y por medio de los diálogos aparece el que después seguirá usando. Aunque no hay un enfrentamiento físico hay un combate con la moral y el destino, uno por parte de Nick al ir a buscar a Ole Andreson a pesar de saber que podría involucrarse en algo  peligroso y que le proporcionaría problemas. También cuando Ole aun sabiendo lo  que le iba a pasar libra una “batalla” consigo mismo para decidir si sale o no de la habitación para afrontar su destino. Aunque los asesinos son los malvados de la historia, lo que hace el autor es mostrarlos como la figura del mal, pero no muestra su acción malvada, todos saben que va a pasar, sin embargo, no se describe el hecho en sí.
El “efecto” producido por el autor, en líneas generales es el suspenso  o sea un sentimiento de incertidumbre y de ansiedad, consecuencia de la situación que manejan los personajes de la historia. El cuento mantiene al lector a la expectativa sobre la resolución de una determinada situación y hace que el mismo se lea de una vez.

(c) Magda Lago Russo
Montevideo
Uruguay

Magda Lago Russo es escritora

jueves, 10 de abril de 2014

Kinsey y yo- Sue Grafton


Kinsey y yo
Sue Grafton
Tusquets Editores
Traducción de Victoria Ordoñez Diví


(Buenos Aires)

Sue Grafton (Louisville, Kentucky, 1940) es licenciada en literatura inglesa, guionista de televisión y considerada como una de las más importantes autoras contemporáneas, ha escrito la serie de novelas policiales Alfabeto del crimen , donde cada título de un libro empieza con una letra del alfabeto, por ejemplo: A de adulterio, B de bestias, C de cadáver, entre muchas otras novelas.
La detective de sus novelas se llama Kinsey Millhone, tiene en el primer libro 32 años, vive sola en un pequeño lugar alquilado. Es una investigadora privada.
La autora utiliza la ironía en la descripción de Kinsey Milhone y al igual que el autor norteamericano Raymond Chandler, su detective es divorciado, vive modestamente, no le interesa el dinero y no pertenece a la institución policial. Estas son características de la novela negra.
En Kinsey y yo editada por Tusquets, Sue Grafton cuenta cómo inventó a su detective Kinsey Milhone y también cómo hizo envejecer a Kinsey un año cada dos libros y medio. En A de adulterio, el primer libro de la serie Alfabeto del crimen, Kinsey tiene 32 años. Este libro se compone de nueve relatos cortos de intriga en la primera parte y la segunda parte la protagonista de los relatos es Kit Blue, una versión más joven de Sue Grafton. Escritos en la década posterior a  la muerte de su madre, la autora confiesa la dolorosa relación que la unía a ella: "...Todos los incidentes que conseguí recordar parecían conectados en lo esencial: aquella rabia, aquel dolor, las lágrimas ardientes que derramé tanto en vida de mi madre como después de su muerte. Todo ello forma parte del enigma al que ahora denomino amor...".
Kinsey y yo es un libro entretenido  y también permite adentrarse en algunos de las características del relato y de la novela policial desde el punto de vista de Sue Grafton.

martes, 8 de abril de 2014

Zatoichi, un Samurái Hard Boiled - Oscar Romero



(Santiago de Chile) Oscar Romero

El año pasado llegó a mis manos “Zatoichi”, una película japonesa filmada en 2003 y dirigida por Takeshi Kitano. El protagonista es un masajista ciego, maestro de la esgrima, que llega a un pueblo dominado por la mafia japonesa, la Yakuza. Allí se ve envuelto en una historia de venganza, apuestas, geishas asesinas, humor, lucha de poder y la resolución de un misterio. Con una trama a pausas, Zatoichi, usando su habilidad con la espada, logra devolver la paz al pueblo.

En el taller de Narrativa Negra dictado por Gabriela Aguilera, nos encontrábamos estudiando el Hard-Boiled, corriente literaria surgida en Estados Unidos y que se desarrolló en la década del 30’. Mientras hablábamos de las características de esta corriente, probablemente para mostrarme más inteligente de lo que soy, se me ocurrió decir: “¡Esto se parece a Zatoichi!”. Al terminar de dar mis argumentos, Gabriela me preguntó: “¿Cuándo puedes traer un artículo comparativo?”. De esta manera, mi dificultad para mantener la boca cerrada me tiene escribiendo esta comparación. Pero no crean que lo hago con desgano. Al contrario, ha resultado ser un trabajo entretenido.


En primer lugar, es interesante observar la denominación usada en ambos casos. En Estados Unidos se habla del “Hard-Boiled”, (Duro e Hirviendo), para referirse a historias policiales que denunciaban la situación norteamericana de la época. En el caso de Zatoichi, pertenece al género de películas de samuráis conocido como “Chanbara”. Esta palabra es una contracción onomatopéyica de “chan-chan”, (sonido del choque de espadas), y “bara-bara”,(sonido del desprendimiento de carne). Ambas nomenclaturas, tanto la estadunidense como la japonesa, (guardando las diferencias culturales), adelantan una trama ácida, directa y violenta.

El Hard-Boiled se desarrolla en medio de la Gran Depresión: autores emblemáticos como Dashiell Hammett y Raymond Chandler, escriben durante el periodo comprendido entre 1929 y la Segunda Guerra Mundial. El primero es reconocido por obras como “Cosecha Roja” y el “Halcón Maltés”; y el segundo, por “El Sueño Eterno” y “Adiós Muñeca”. Así dio inicio la saga del detective privado Philip Marlowe, que fue interpretado en el cine por Humphrey Bogart. Como mencioné, Zatoichi, (de Takeshi Kitano), es una nueva versión de Tales of Zatoichi, una saga de películas de samurái rodadas desde 1962. Es posible que los años no den luces de su vinculación. Sin embargo, dichas películas están basadas en el trabajo del novelista Kan Shimozawa, quien es contemporáneo de Hammett y compañía. Shimozawa escribe desde los años 20’, logrando reconocimiento en 1937 por su novela “Crónicas del Shinsengumi”.

Si hablamos del momento histórico y nos enfocamos en los años en que se desencadena la acción en los dos casos, podríamos creer que no estamos hablando de lo mismo. Efectivamente, se enfocan en años distintos. El contexto temporal de Zatoichi es el periodo Edo, que inicia en 1603 con el Shogunato Tokugawa y finaliza con la reinstauración del Gobierno Imperial en 1868. Ya a finales del periodo, se vivía una crisis con levantamientos, protestas y hambrunas, acompañada de catástrofes naturales. Es interesante notar que este periodo aloja el nacimiento de la Yakuza. Los protagonistas del Hard-Boiled están insertos temporalmente en la década del 30’, en el Estados Unidos de la Gran Depresión. Aquel hecho marca el fracaso del sistema económico norteamericano, con el empobrecimiento de la población y fortalecimiento de la mafia, que posteriormente sería nominada como la “Cosa Nostra”. Existe una similitud económica y social entre ambos momentos históricos: así, las historias creadas denuncian el desamparo, la pobreza, la corrupción y el quehacer del hampa. Aquí se encuentra la eterna pugna entre el mal, (representado por la mafia y la policía corrupta), versus la justicia de los buenos.

Finalmente, si nos enfocamos en el protagonista, el Hard-Boiled cuenta con el Detective Privado, una figura que no pertenece a la policía corrupta ni a la mafia. En esencia, es un personaje libre que utiliza medios de ambos grupos para conseguir sus fines. A su vez, tiene vicios similares a aquéllos, es violento y pertenece al bajo mundo. Zatoichi, por su parte, es un “Ronin”, es decir un samurái sin amo, un desclasado que se emplea como espadachín a sueldo. Pertenece a la clase más baja, tiene vicios, bebe y juega a los dados. Todo esto lo relaciona directamente con la Yakuza y los juegos ilegales dominados por el crimen organizado. Ambos son personajes solitarios, no tienen jamás una pareja porque es demasiado peligroso para ellas. En el Zatoichi de 1962  hay una mujer enamorada que lo espera en el camino que el masajista debería tomar. Sin embargo, él decide tomar un camino diferente, dejándola plantada.

Ambas corrientes tienen como leit motif a la denuncia social: en la realidad que plasman los autores en sus historias abren una luz de esperanza con aquella frase: “no estamos desamparados”. Existen héroes donde menos lo pensamos, existe alguien que nos defenderá del crimen y de las normas injustas, estableciendo la Ley de la Calle.


Terminando este artículo, he decidido ir en contra de nuestra lógica occidental que se mueve de lo general a lo particular, rematando con una generalidad.
Los latinoamericanos hemos sido influenciados por la literatura occidental, la que, a su vez, ha permeado en Oriente. En los últimos 20 años, (como las ondas en una batea que van, chocan y vienen), la industria de historias orientales ha alcanzado nuestras tierras y está avanzado fuertemente. Son narraciones que mezclan elementos relativamente nuevos para nosotros pero que dialogan con nuestro constructo cultural porque también hemos sido influenciados por estilos similares. Las fronteras culturales de Oriente han caído y debemos mirar hacia ese lado del mundo para conocer nuevas herramientas literarias y sumarlas a las que cargamos en nuestras mochilas. Así, se abrirá paso una nueva generación de escritores. Es una invitación a mirar y estudiar un mundo que va más allá de Japón. Que contiene a un Asia desconocida que cuenta con innumerables historias esperándonos para nutrir a creadores y lectores.

(c) Oscar Romero
Santiago de Chile